Palacio de Eguarás

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n el siglo XVI comenzó la expansión de la ciudad hacia la margen derecha del Queiles y, sobre todo, alrededor de la catedral. En esta zona levantaron sus residencias las familias turiasonenses más adineradas. Una de ellas, quizá la más importante, fue la de Eguarás, propietaria de un enorme palacio construido justo enfrente de la Seo. La vivienda fue erigida en lo fundamental entre 1559 y 1562. Su planta se dispone en forma de U y se distribuye en torno a un patio central cuadrado de grandes dimensiones. Cuenta con dos pisos, excepto en el lado Oeste que sólo tiene uno.

El patio está formado por cuatro columnas anilladas al tercio del imoscapo y de capitel jónico por lado, construidas por el cantero y entallador francés Guillaume Brimbeuf. Además, sabemos que en la década de 1560 el pintor italiano Pietro Morone se encargó de la decoración con pinturas murales de una sala de naturaleza alegórica con virtudes y artes liberales y otra con pinturas de temática mitológica, presidida por las Bodas de Neptuno y Anfítrite, de las que sólo se conservan vestigios puntuales.

De una de estas estancias proceden los restos escultóricos en yeso de una chimenea, custodiados en el Centro de Estudios Turiasonenses, con la representación de una doble cabalgata que confluye en un medallón central con un busto muy dañado, formalmente muy similar a los relieves del friso del Ayuntamiento. En el ángulo Suroeste del patio se conserva un gran escudo con las armas de los Eguarás entre leones rampantes que, probablemente, debe proceder de algún punto de la primitiva fachada.

A finales del siglo XIX el palacio sufrió una profunda remodelación llevada a cabo por los vizcondes de Alcira que mantuvo su estructura general, reforzando de forma alterna con pilastras las columnas de la galería de la planta principal hacia el patio alterando la pureza de su traza y ampliando la edificación al Sur, hacia el espléndido jardín que circunda la propiedad, en el que destacan singulares especies botánicas.

Durante los primeros meses del año 2000, antes del comienzo de los trabajos de rehabilitación de este magnífico edificio por parte de su propietaria, la Diputación Provincial de Zaragoza, un equipo de arqueólogos realizó en el patio varias catas arqueológicas. En ellas se hallaron fragmentos cerámicos romanos del siglo III, una moneda, restos de pinturas murales y una serie de estructuras arquitectónicas entre las que destaca el ángulo de una gran edificación probablemente de carácter público y datable en el siglo II.

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